domingo, 16 de enero de 2011

Capitulo 2

-¡Amanda! ¡Chica olvidadiza! – Me llamó alguien por detrás. Era Paulo, el mejor chico del mundo. Estuvimos saliendo el año pasado pero, finalmente quedamos como amigos, incluso, es más que uno de mis mejores amigos. Me dio un gran beso en la mejilla. No nos habíamos visto estas navidades, el se había ido al Caribe con su familia. – Toma anda, se te olvidó el gorro en el bus.
¡Era verdad! Tanto pensar en quién era el chico de mi derecha que se me había olvidado…hablando de ese chico ¿Dónde se habría metido?

Cuando entré en clase ya estaba casi todo el mundo. En una esquina vi a mis amigas, mis 5 amigas. Las 6 no íbamos a la misma clase, dos estaban en letras, dos en ciencias puras, una en arte y una en el tecnológico. Tenemos el grupo, más o menos, desde que empezó el instituto, aunque no todas, porque algunas como Andrea y Sam llegaron en 4ºESO. Con la que mejor me llevo es Carmen; ella y yo sí que nos conocemos desde siempre, desde parvulitos. No, ¡Desde antes! Desde que nuestras madres estaban embarazadas, ellas se conocieron en el colegio pero, ahora, quizás porque los años pasan, ya no son tan amigas. Sí, toman café de vez en cuando y se llaman pero, desde que nació el hermano mediano de Carmen con problemas respiratorios, la madre de Carmen se alejó de su vida, de sus amigos…ahora se entrega completamente al bien del pequeño, de Arturo.

-¡Mirad quien viene por ahí! ¡La desaparecida en combate!- Saludó Sam a voz en grito
-Sí, puede que estuviese desaparecida pero, ahora ya está aquí y, yo también. Así que haced el favor de no gritar – Dijo el profesor, que entró justo detrás de mí.
-Aguafiestas… - susurró Andrea a la vez que salía de clase; ella estaba en arte. Hacía unos dibujos alucinantes. No es porque sea mi amiga ni nada pero, es que tú puedes describirla algo, lo que sea, lo más extraño que puedas imaginarte y ella lo dibujará tal y como te lo estás imaginando.
-¡Anda! No seas quejica ¡Boba! – dijo alegremente, saltando sobre sus espaldas, Irina que estaba en el bachillerato de letras.

Era la más alegre, siempre estaba haciendo bromas  y nunca tenía miedo de nada. ¿Qué íbamos al parque de atracciones? La primera en ir  hacia lo más temeroso. Siempre alegre, con prisas y sin preocupaciones. Eso sí, para que negarlo era un poco desastre. Lo que más le gustaba era soñar con un mundo perfecto y, deseaba un príncipe azul, aunque esto muy pocas lo sabíamos, el resto de gente solo veía lo que ella quería mostrar. Quería estudiar periodismo. Su color favorito es el azul turquesa. Es rubia y tiene los ojos azul cielo, llenos de vida. Antes de navidades tenía una larga melena pero, durante estas vacaciones navideñas y, por perder una apuesta con Sam, se dejó un media melena (Irina decía que suspendía historia y Sam la decía que la iba a aprobar, finalmente la aprobó).

Había matemáticas, con Don Cesar. Este profesor llevaba siempre una bata blanca con un trébol de cuatro hojas bordado en el bolsillo derecho. Su cara era redonda, con gafas y una pequeña barba ya teñida, prácticamente, de blanco. Lleva el pelo corto y canoso, dejando ver una pequeña, pero brillante, calva. Tendría aproximadamente unos sesenta años. Nos había dado matemáticas siempre y este año, encima, era el tutor. 
No era el típico profesor que daba una monótona y aburrida clase. No, Don César era diferente. Daba su clase amenizándola con chistes, bromas y curiosidades. Las notas demostraban que era mejor dar una clase animada que una aburrida. Me recordaba mucho a mi abuelo…
-Amanda Rocano. Me alegra que la clase le resulte tan entretenida pero, no creo que las integrales de funciones trigonométricas le produzcan una felicidad tan grande como para que haya puesto esa sonrisa. ¡Oh!... Ya lo entiendo… ¡Quizá esté usted enamorada de las integrales! ¿Por qué no nos lo habías dicho? Invíteme a la boda ¿Eh? – exclamó el profesor imitando al paseo nupcial de una boda. 
Todo el mundo se empezó a reír y yo me escurrí en mi asiento ¡qué vergüenza! Mientras estaba en mi mundo, al pensar en mi abuelo, esbocé una pequeña sonrisa. Parece ser que las integrales trigonométricas no son tan divertidas… ¡qué vergüenza! Además, seguro que ahora estaba como un tomate…No volví a desconectar en toda la clase.
–PIIIIII-  sonó el timbre ¡Por fin! Las dos horas siguientes fueron un poco más aburridas, química y lengua pero, por fin era el almuerzo…

3 comentarios:

  1. Sigue sigue, a ver qué sorpresas nos traerá Amanda en el siguiente capítulo... está muy bien, me gusta ;)

    Si quieres te puedes pasar:
    http://escueladecombatenvela.blogspot.com

    Besos!!

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  2. Me encanta tu blog! :)
    La historia de Amanda mola!:3

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